El Faro de Alejandría, también conocido como el Faro de Pharos, fue una de las maravillas del mundo antiguo y uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad de Alejandría, en Egipto. Construido en el siglo III a.C. por el arquitecto Sostrato de Cnido, este faro se convirtió en una de las estructuras más altas de la época, con una altura aproximada de 130 metros.
La construcción del Faro de Alejandría fue ordenada por el rey Ptolomeo I Sóter, quien quería tener un faro que pudiera guiar a los barcos en la entrada del puerto de la ciudad. Este faro era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo, junto con la Gran Pirámide de Giza, los Jardines Colgantes de Babilonia, el Templo de Artemisa en Éfeso, entre otros.
El Faro de Alejandría se encontraba en la isla de Pharos, de donde toma su nombre, y estaba construido con piedra caliza y mármol blanco. La estructura constaba de tres niveles: una base cuadrada, un cuerpo octogonal y una torre cilíndrica coronada por una estatua de Poseidón, dios del mar. En la parte superior de la torre se encontraba un espejo que reflejaba la luz del sol durante el día, y por la noche se encendía una gran hoguera que servía como guía para los barcos.
Además de su función como faro, este monumento también servía como un templo dedicado a los dioses egipcios y griegos. En su interior se encontraban estatuas y altares, y en la base de la estructura se realizaban ceremonias religiosas. El Faro de Alejandría se convirtió en un importante centro cultural y religioso de la época, atrayendo a viajeros y peregrinos de diferentes partes del mundo.
A lo largo de los siglos, el Faro de Alejandría sufrió varios daños debido a terremotos y ataques de enemigos. En el siglo XIV, un terremoto causó su destrucción casi total y en el siglo XV, los mamelucos utilizaron sus ruinas para construir una fortaleza. Aunque ya no existía como faro, su imagen y leyenda continuaron inspirando a artistas y escritores de todo el mundo.
Hoy en día, el Faro de Alejandría es considerado una de las mayores incógnitas de la historia, ya que no se han encontrado evidencias arqueológicas que demuestren su verdadera forma y estructura. Sin embargo, su importancia e influencia en la cultura y la arquitectura sigue siendo innegable, y su leyenda sigue cautivando a millones de personas en todo el mundo.
En resumen, el Faro de Alejandría fue un monumento impresionante y emblemático de la antigüedad, que cumplió no solo la función de guiar a los barcos, sino también la de ser un importante centro cultural y religioso. Aunque ya no exista físicamente, su legado sigue vivo y su imagen sigue siendo un símbolo de la grandeza y el misterio de la antigua ciudad de Alejandría.